Retrato literario a orillas del jerry de Sacramento. Lección de lectura extraescolar basada en los cuentos de Jack London. Discurso introductorio del profesor sobre D. London

londres jack

A orillas del Sacramento

Jack London

A orillas del Sacramento

¡El viento sopla-jo-jo-juh!

Directo a California.

Sacramento es una región rica:

¡El oro se rastrilla con una pala!

Un muchacho flaco cantó con voz flaca y penetrante esa canción marina que los marineros en todas partes del mundo gritan, eligiendo anclas para trasladarse al puerto de Frisco. Era un chico corriente, ni siquiera había visto nunca el mar, pero a solo doscientos pies de distancia, solo para bajar del acantilado, el río Sacramento hervía. El pequeño Jerry - así se llamaba porque aún quedaba el viejo Jerry, su padre; fue de él que Kid escuchó esta canción y de él heredó remolinos rojos brillantes, ojos azules alegres y piel muy blanca y pecosa.

El viejo "Jerry era marinero, navegó por los mares durante una buena mitad de su vida, y la canción de un marinero en sí misma pide lenguaje. Pero un día en algún puerto asiático, cuando él, junto con otros veinte marineros, cantó, exhausto durante un maldita ancla, las palabras de esta por primera vez las canciones lo hicieron pensar seriamente, y una vez en San Francisco, se despidió de su barco y del mar, y partió para mirar con sus propios ojos las costas de Sacramento.

Fue entonces cuando vio el oro. Tomó un trabajo en la mina Golden Dream y resultó ser extremadamente persona útil al construir un teleférico a doscientos pies sobre el río.

Entonces este camino quedó bajo su supervisión. Cuidó los cables, los mantuvo en buen estado, los amaba y pronto se convirtió en un trabajador indispensable en la mina Golden Dream. Y luego se enamoró de la linda Margaret Kelly, pero ella muy pronto lo dejó a él y al pequeño Jerry, que apenas comenzaba a caminar, y se durmió en un sueño profundo en un pequeño cementerio entre grandes y severos pinos.

El viejo Jerry nunca volvió a la Armada. Vivía cerca de su teleférico y le dio todo el amor que pudo a los gruesos cables de acero y al pequeño Jerry. Llegaron días oscuros para la mina Golden Dream, pero incluso entonces el anciano permaneció al servicio de la Compañía para proteger la empresa abandonada.

Sin embargo, esta mañana no se le veía por ningún lado. Solo el pequeño Jerry se sentó en el porche y cantó una vieja canción de marineros. Había preparado su propio desayuno y ya lo había terminado, y ahora salió a mirar el ancho mundo. No muy lejos, a unos veinte pasos de él, (se alzaba un enorme tambor de acero, en el que se enrollaba un cable de metal sin fin. Junto al tambor había un carro de mineral cuidadosamente fijado. Otro tambor y otro carro.

Esta estructura funcionaba simplemente por gravedad: el carro se movía, arrastrado por su propio peso, y al mismo tiempo se movía un carro vacío desde la orilla opuesta. Cuando el vagón cargado se vació y el vagón vacío se cargó con mineral, todo volvió a repetirse, muchos, muchos cientos y miles de veces desde que el viejo Jerry había sido el supervisor del teleférico.

El pequeño Jerry dejó de cantar cuando escuchó pasos acercándose. Hombre alto con una camisa azul, con un rifle al hombro, salió del bosque de pinos. Era Hall, el vigilante de la mina del Dragón Amarillo, aproximadamente a una milla de Sacramento, donde estaba el camino hacia el otro lado.

¡Hola, Kid!- gritó.- ¿Qué haces aquí solo?

Y ahora estoy aquí por el dueño,- respondió el pequeño Jerry en el tono más casual posible, como si no fuera la primera vez que está solo.- Padre, ya sabes, se fue. - ¿Dónde fuiste? preguntó Hall. - En San Francisco. Se fue anoche. Su hermano murió, en algún lugar del Viejo Mundo. Así que fue a hablar con un abogado. Volveremos mañana por la noche.

Jerry expuso todo esto con la orgullosa conciencia de que se le había confiado la gran responsabilidad de proteger personalmente la mina Golden Dream. Era evidente al mismo tiempo que estaba encantado con la maravillosa aventura de poder vivir solo en este acantilado sobre el río y cocinar su propio desayuno, almuerzo y cena.

Bueno, mira, ten cuidado, le aconsejó Hall, no intentes darte el gusto con los cables. Y aquí voy a ver si puedo dispararle a un venado en el cañón de los "Cowlegged".

No importa cómo llueva”, dijo Jerry tranquilamente.

¡Qué hay de mí! Mojarse, ¿da miedo? Hall se echó a reír, dio media vuelta y desapareció entre los árboles.

La predicción de Jerry sobre la lluvia se hizo realidad. A las diez, los pinos crujían, se balanceaban, gemían, los cristales de las ventanas temblaban, la lluvia caía en largos chorros oblicuos. A las once y media Jerry encendió fuego en la chimenea y. Tan pronto como dieron las doce, se sentó a cenar.

"Hoy, por supuesto, no tendrás que salir a caminar", decidió, después de haber lavado y limpiado a fondo los platos después de comer. Y también pensó: "¡Qué mojado debe haber estado Hall! ¿Y logró dispararle a un ciervo?"

Alrededor de la una llamaron a la puerta, y cuando Jerry la abrió, un hombre y una mujer entraron corriendo en la habitación, como si el viento los hubiera obligado a salir. Eran el Sr. y la Sra. Spillen, granjeros que vivían en un valle aislado a unas doce millas del río.

¿Dónde está Hall? - Sin aliento, pregunta bruscamente Spillane.

Jerry notó que el granjero estaba emocionado por algo y tenía prisa por llegar a alguna parte, y la Sra. Spillen, aparentemente, estaba muy molesta.

Era una mujer delgada, ya marchita, que había trabajado mucho en su vida; El trabajo aburrido y desesperanzado dejó una fuerte huella en su rostro. La misma vida dura había doblado la espalda de su marido, destrozado sus manos y cubierto su cabello con las cenizas secas de las primeras canas.

Se fue de cacería, en el cañón de la "Vaca de patas torcidas". ¿Y qué necesitas, del otro lado, o qué?

La mujer empezó a sollozar suavemente y Spillen soltó una exclamación de extremo fastidio. Fue a la ventana. Jerry se paró a su lado y también miró por la ventana, hacia el teleférico; los cables eran casi invisibles tras el espeso velo de lluvia.

Por lo general, los habitantes de los pueblos de los alrededores eran transportados a través de Sacramento por el teleférico Yellow Dragon. Había una pequeña tarifa por el cruce, con la cual Yellow Dragon Company pagaba el salario de Hall.

Tenemos que ir al otro lado, Jerry, - dijo Spillen.- Su padre, - señaló a su esposa llorando, - fue aplastado en la mina, en la mina Clover Leaf. Hubo una explosión. Dicen que no sobrevivirá. Y acabamos de conocernos.

Jerry sintió que su corazón dio un vuelco. Comprendió que Spillen quería cruzar el Sueño Dorado, pero sin el viejo Jerry no podía decidirse a dar ese paso, porque no había pasajeros en su camino y ella había estado inactiva durante mucho tiempo.

Quizás. Hall estará aquí pronto”, dijo el niño. Spillane negó con la cabeza. - ¿Dónde está el padre? - preguntó.

Tema.Vida y trayectoria creativa de D. London. La historia "Lust for life"

Propósito: familiarizarse con los hechos de la biografía de D. London, aprender sobre la historia de la creación de historias del norte, familiarizarse con el concepto de "historia", trabajar en la lectura expresiva de la obra.

Equipamiento: un retrato de D. London, una exposición de sus libros, textos de los cuentos "Lust for Life".

No toda resistencia a los problemas es recompensada con la liberación de la muerte,

y la muerte siempre comienza con la pérdida de la voluntad.

Lectura del epígrafe

¿Cómo entiendes estas palabras?

¿Qué personas fuertes y valientes mostraron fuerza de voluntad en la lucha contra el destino, lo sabes? (Prometeo, Hércules, G. Crusoe, D. Send, M. Weldon, Hércules, O. Meresiev)

Hoy en la lección nos familiarizaremos con la vida de personas fuertes y valientes: uno de ellos es una persona que realmente existió, el famoso escritor Jack London, el otro es el héroe sin nombre de su famosa historia.

II. Aprendiendo nuevo material

1. La historia del maestro

Conocido con D. London

El famoso escritor estadounidense Jack London (nombre real: John Griffith) creció en la familia de su padrastro, el granjero irlandés John London.

Recordando sus años de infancia, D. London escribió: “Nací en una familia pobre, a menudo estaba en la pobreza ya menudo pasaba hambre. Nunca supe lo que era tener tus propios juguetes. La pobreza siempre ha sido nuestra compañera”.

Estudiando en escuela primaria, Jack vende periódicos al mismo tiempo. Dos veces al día, temprano en la mañana antes de que comience la escuela y en la noche después de la escuela, corre por las calles de la ciudad, equiparando y vendiendo periódicos.

En lugar de la universidad, con la que el chico ni siquiera podía soñar, comienza a trabajar en una fábrica de conservas, donde la jornada laboral duraba de 12 a 14 horas por día y el salario por hora era de solo 10 centavos.

A las 15 para Jack comienza nueva vida lleno de aventuras y peligros. Decidió dedicarse a la pesca ilegal de ostras en la Bahía de San Francisco. Una paradoja: el coraje y coraje que mostró su novio durante los allanamientos hizo que le ofrecieran trabajo en una patrulla de pesca, donde no había menos peligros, aunque los guardias estaban protegidos por la ley.

A pesar de que desde la infancia el chico tuvo que trabajar duro y duro, siempre encontraba tiempo para leer libros y era un visitante habitual de las bibliotecas públicas.

Londonov aún no tenía 20 años cuando participó en un concurso a la mejor historia organizado por el periódico Call de San Francisco. El joven escribió la historia "Tifón frente a la costa de Japón", por la que recibió el primer premio.

A costa de increíbles esfuerzos, Jack ingresa a la universidad con el sueño de estudiar. “La falta de fondos y, además, darme cuenta de que la universidad no me da lo que necesito y me quita demasiado tiempo, todo esto me hizo irme”, escribió D. London.

En 1896, J. Carmack descubrió grandes depósitos de oro en la región de Klondike. Este descubrimiento fue la señal para el inicio de la "fiebre del oro". Miles de personas fueron a Alaska en busca de un enriquecimiento fácil y rápido. Entre los buscadores de oro estaba D. London. Sin embargo, no logró hacerse rico. Después de permanecer en Alaska durante aproximadamente un año, enfermó de escorbuto y regresó a San Francisco tan pobre como se fue.

Pero una estancia de un año en el Norte fue para él "la última universidad". “Me encontré en el Klondike”, escribió, “todos están en silencio allí. Todos piensan. Allí desarrollas la perspectiva correcta de la vida. Mi visión del mundo también ha tomado forma”. Fue gracias a su estancia en Alaska que D. London escribió sus cuentos norteños.

El primero de ellos, "Para los que están en el camino", se publicó en 1899. Las historias del norte se convirtieron en el comienzo de la gloria literaria de D. London.

La vida del escritor duró solo 40 años, y su herencia literaria es grande: 50 libros escritos por él fueron publicados durante la vida de D. London. Los mejores de ellos son "Lust for Life", "White Fang", "Martin Eden", "On the Shores of Sacramento".

2. Teoría literaria

Una historia es un género épico, una pequeña obra en prosa, cuya trama se basa en uno, a veces en varios episodios de la vida de uno o más personajes.

3. Lectura del cuento "Lust for Life"

4. Identificar las experiencias de lectura de los estudiantes

¿Qué te impactó del libro que leíste?

¿Qué sentimientos surgieron durante la lectura?

¿En qué se diferencia esta historia de otras obras que hemos leído? (Circunstancias estrictas, imagen realista)

tercero conclusiones

IV. Tareas para el hogar

Preparar breve recuento cuento "Lust for Life", aprende las definiciones de cuentos.

29 de marzo de 2015

Las obras de D. London son familiares para todo amante de la literatura de aventuras. Sus héroes son personas valientes, de voluntad fuerte y decididas que pueden encontrar una salida a cualquier situación. El niño de catorce años de la historia "En las costas de Sacramento" puede llamarse tal persona. Los comentarios de los lectores indican que su acto merece el nombre de "hazaña".

Conocido con Jerry - hijo y padre

El epígrafe de la historia era un extracto de la canción de los marineros. A menudo la cantaban protagonista- un chico pelirrojo, ojos azules y piel blanca cubierta de pecas. Nunca había visto el mar, pero había oído hablar mucho de él a su padre, el viejo Jerry. Una vez decidió dejar el barco para mirar el río Sacramento, y así se instaló aquí. Se casó, ingresó a la mina Yellow Dream, donde continuó trabajando hasta el día de hoy. Su trabajo como cuidador de cables consistía en transportar un carro con mineral al otro lado.

Tras la muerte de Margaret, comenzó a criar a su hijo, Jerry Jr., entregándole todo su amor. Así comienza la historia "En las costas de Sacramento".

Dejado para el dueño

El encuentro del pequeño Jerry con Hall, el encargado del cable de la Mina del Dragón Amarillo, deja claro que su padre había ido a San Francisco el día anterior. El chico se quedó solo, de lo que estaba muy orgulloso. Intenta comportarse en la conversación como un adulto e incluso, al enterarse de que Hall va al desfiladero a cazar, comenta: "Parece que va a llover".

El clima realmente se puso malo, y Jerry se fue a la casa, de donde ya no iba a salir hoy.

Resumen de "A orillas de Sacramento": trama

A mediodía llamaron a la puerta y los Spillen "irrumpieron" en la habitación. Estaban buscando a Hall, ya que necesitaban cruzar urgentemente al otro lado. Estos servicios fueron proporcionados a los residentes solo por el Dragón Amarillo. Cuando supieron que el cuidador había ido a la quebrada, se enfadaron mucho. Al otro lado del río hubo una explosión en la mina y el padre de la Sra. Spillen resultó gravemente herido. Ahora los cónyuges solo tenían una salida: cruzar el cable, que estaba vigilado por el viejo Jerry.

Jack London pone a su joven héroe en una situación difícil. Hubo una crisis en las orillas de Sacramento, y el Sueño Amarillo había estado inactivo durante bastante tiempo. Además, el cable no fue diseñado para transportar personas. El niño no se atreve a emprender la travesía, ya que nunca lo hizo él mismo, sin la supervisión de su padre. Finalmente, el Sr. Spillen logró convencerlo de que simplemente no había otra manera de llegar al otro lado.

Jerry sabía cómo tirarle un pedo al cable, pero ahora tenía que hacerlo solo. Además, en lugar de mineral, había personas en el carro, y el aguacero y el viento se intensificaron increíblemente.

gente en peligro

El trabajo de Jerry era controlar la velocidad del carro. Para hacer esto, era necesario seguir el tambor giratorio. Ahora la travesía se complicó por un fuerte viento racheado y falta de visibilidad. Parecía que los esposos, que emprendieron su viaje, fueron inmediatamente tragados por el abismo.

Simultáneamente con el carro cargado, una cabina vacía se movía desde el otro lado, ayudando a mantener el equilibrio. Al principio todo salió bien. Sin embargo, en algún momento, el cable se detuvo y no reaccionó de ninguna manera a las acciones del niño. Esto significaba una cosa: el mecanismo que no había funcionado durante mucho tiempo se había deteriorado y la gente colgaba en algún lugar en la oscuridad sobre el río embravecido. Mientras el niño examinaba el tambor con la esperanza de encontrar un mal funcionamiento, las nubes se despejaron y, en algún momento, vio tanto a Sacramento furioso como al Sr. y la Sra. Spillen colgando sobre él. Qué hacer: dejar todo como está o tratar de sacar a la gente de este cautiverio: Jack London pone a su héroe ante tal elección.


"A orillas de Sacramento": clímax

Jerry, que entendió que la causa del mal funcionamiento debía buscarse en el otro lado, corrió hacia el Dragón Amarillo... Pero el niño no encontró ningún problema en el segundo tambor. El señor Spillen examinó su carrito. Sus ruedas también estaban bien. Así que todo se trata del carro vacío.

El chico no tuvo tiempo de pensar. Resumen"On the Shores of Sacramento" no incluye detalles previos al peligroso "viaje". Tomando herramientas necesarias, después de haber construido un bucle que jugó el papel de una cabina para él, Jerry siguió el cable en la dirección opuesta. Sus rodillas temblaban de miedo, todo adentro estaba congelado, pero él, pelándose las palmas de las manos, obstinadamente se movió hacia su objetivo. Le tomó alrededor de una hora y media colocar la rueda que se había salido en su lugar. No fue fácil. A veces parecía que todo era inútil, y nunca se las arreglaría con el mecanismo oxidado. Pero el niño lo intentó una y otra vez hasta que se le ocurrió una solución. Un clavo viejo, milagrosamente tirado en su bolsillo, ayudó a arreglar la avería.

Jerry subió al carrito, cansado y psicológicamente exhausto, y se dirigió a la orilla.


desenlace

Habiendo llegado al lugar, el chico salió lentamente. Luego reforzó el carro. Y solo después de eso, cayó al suelo y sollozó. El dolor insoportable en las palmas desgarradas, el miedo experimentado, la increíble tensión nerviosa y, finalmente, la alegría por las personas salvadas: todo esto provocó lágrimas de las que no se avergonzaba en absoluto.

sobre el tema: "Lección de lectura extracurricular basada en las historias de Jack London"

MOU escuela secundaria №20

GAGARSKAYA ALLA IVANOVNA

tema de la lección

Lección de lectura extraescolar basada en los cuentos de Jack London

El propósito de la lección

Discusión de los problemas morales de los cuentos de D. London

equipo de lección

1) exposición de libros de D. London

2) retrato de D. Londres

3) reproducciones de pinturas del artista estadounidense R. Kent

4) música de E. Grieg

plan de lección de tesis

1. Discurso introductorio del profesor sobre D. London

El nombre de Jack London se ha convertido en una leyenda. Esta es una persona alegre con un destino difícil y sorprendente: un pirata de ostras y un buscador de oro, un vagabundo y un marinero, un escritor y un viajero.

¡Estábamos soñando! de las ciudades

atragantarse con la gente

Nosotros, sedientos, fuimos llamados por el horizonte,

Prometedor de cientos de maneras.

Los vimos, los escuchamos

Caminos a los confines de la tierra

Y condujo como un Poder, por encima de lo terrenal,

Y de lo contrario no podríamos.

R. Kipling. "Canción de los Muertos".

2. Conversatorio para identificar la percepción de los relatos de D. London

Desde niño vivió en él el espíritu de errante, la sed de aventura agitó la sangre.

Recordar y nombrar los viajes realizados por Londres

En la vida y en el trabajo, D. London siempre se ha esforzado por ser sincero.

Enumere las obras de D. London, que reflejaron las impresiones de la vida del escritor, su personalidad.

¿Cuál es el significado de la historia "Amor a la vida" y por qué se llama así?

¿Cuáles son los principales rasgos que distinguen a los personajes positivos de los cuentos de D. London? Este es el escritor de los "fuertes", son amables, humanos y persistentes en el logro de la meta.

3. El tema de la lección es "Londres leer hoy"

A entender esto ayudará el cuento “A orillas de Sacramento”, con cuyos héroes haremos un breve recorrido. Trabajará en grupos de acuerdo con su tarjeta de tareas. En él encontrarás la ruta de viaje y las tareas. Evalúa el trabajo del grupo de confianza en un sistema de puntos porcentuales. Para completar con éxito el viaje, debe mostrar conocimiento, mostrar asistencia mutua y perseverancia.

4. Transpórtate mentalmente a las costas de Sacramento.

5. Breve recuento del cuento "On the Shores of Sacramento"

¿Qué aprendiste de las historias sobre Jerry?

Describir al personaje principal. ¿Qué rasgos de carácter te atrajeron?

6. Trabajar en grupos. Análisis de episodios

1) "Jerry solo"

2) "Conversación con el Sr. Spillen"

3) "La acción de Jerry para salvar a la gente"

4) "El camino hacia el carro vacío y su reparación"

5) "Todo queda atrás" (lectura expresiva)

¿Cómo se sintió Jerry cuando pasó el peligro?

¿Cómo evalúas el acto de Jerry? Al salvar a la gente, Jerry arriesga su vida, reunió toda la fuerza de voluntad, ¿Tratando de pensar no en sí mismo, sino en las personas en problemas?

¿Qué tienen en común Jerry y Kish?

7. Conclusión del profesor.

"Jack London es un escritor asombroso, un modelo de talento y voluntad, dirigido hacia la afirmación de la vida". (L. Andreev)

8. Resuelve un crucigrama sobre la obra de D. London

Horizontalmente:

1) El personaje del cuento "La Voluntad de Vivir"

2) El título del cuento de D. London

3) El nombre del buque en el que D. London viajó a Oceanía

Verticalmente:

4) Maestro del Colmillo Blanco

5) La región aurífera en el noroeste de Canadá, donde D. London ha sido

Respuestas de crucigramas:

Horizontal: 1 factura; 2. "mexicano"; 3. "Chispa";

Verticales: 4) Scott; 5) Klondike

9. Resumiendo

Por la lección termina, pero creo que tu amistad con los héroes de los libros de D. London no termina. Acabamos de tocar su obra. Pero los héroes de la historia "Colmillo Blanco", las historias "La llamada de los antepasados", "Mexicano", "Hoguera", "Silencio blanco", "A través de los rápidos hasta el Klondike" todavía te sorprenden. A muchos de ustedes les gustaron los personajes de D. London y trataron de expresar sus sentimientos en dibujos (presentación de la exposición de dibujos)

10. Miniatura de composición casera.

¿Qué personaje de Jack London tomaría como amigo? Y las palabras de Albert Kahn sobre Jack London te ayudarán:

te agradezco por ser tu

Incapaz de vivir de rodillas,

Sin saber gatear

Con una sonrisa obsequiosa y halagadora...

Por el hecho de que caminabas entre la gente,

Hombros enderezados,

Y lleva tu honestidad

Como un diamante brillante puro

Jack London

Sobre elorillassacramento

Las orillas del Sacramento (1903)

De la colecciónpor coraje"

Traducción de Maria Shishmareva

London D. Colección de cuentos y cuentos (1911-1916): M., "Prestige Book", 2011.

Los vientos están soplando, oh ho ho!

A Cali-por-ni-i.

Un monton de-- escuchar - oro

¡Allí, en Sacramento!

Era solo un niño cantando una canción aguda del mar, como la que cantan los marineros en todo el mundo. el mundo, de pie en la aguja y levantando el ancla para navegar hacia el puerto de Frisco. Era solo un niño que nunca había visto el mar, pero frente a él, sesenta metros más abajo, corría el río Sacramento. Su nombre era joven Jerry, pero de padre, antiguo Jerry, aprendió esa canción y heredó una mata de cabello rojo brillante, ojos azules furtivos y piel blanca con las inevitables pecas. El viejo Jerry fue marinero y navegó por los mares durante la mitad de su vida, siempre obsesionado por las palabras de esta sonora canción. Y una vez ya la cantó en serio, en un puerto asiático, bailando alrededor de la aguja con veinte camaradas. Y en San Francisco se despidió de su barco y del mar, y fue a mirar con sus propios ojos las costas de Sacramento. Y casualmente vio oro: encontró un lugar en la mina Yellow Dream y fue extremadamente útil para tender grandes cables a través del río, pasando a una altura de doscientos pies. Luego se le encargó cuidar los cables, repararlos y bajar los carros. Amaba su trabajo y se convirtió en una parte integral de Yellow Dream Mine. Pronto se enamoró de la bella Margaret Kelly, pero ella lo dejó a él y al joven Jerry tan pronto como pudo caminar, para dormir su último largo sueño entre los altos y austeros pinos. El viejo Jerry nunca volvió al mar. Se quedó con sus cables, dándoles a ellos y al joven Jerry todo su amor. Llegaron tiempos difíciles para el Sueño Amarillo, pero aún permaneció al servicio de la empresa, custodiando propiedades abandonadas. Pero esa mañana no se le veía por ningún lado. Solo el joven Jerry se sentó en el porche de la cabaña y cantó una vieja canción. Cocinó y comió su desayuno solo, y ahora salió a mirar el mundo. A una distancia de veinte pies de él había una puerta de acero, alrededor de la cual corría un cable sin fin. En la puerta, se anidaba un vagón de mineral adjunto. Siguiendo con la vista el vertiginoso recorrido de los cables hasta la orilla opuesta, pudo distinguir otra cancela y otro tranvía. El mecanismo fue impulsado por la gravedad; debido a su propia gravedad, un carro cargado fue transportado a través del río, y al mismo tiempo otro carro regresó vacío. El carro cargado se descargó y el carro vacío se llenó de mineral, y la travesía se repitió, se repitió decenas de miles de veces desde el día en que el viejo Jerry se convirtió en guardián de las cuerdas. El joven Jerry detuvo su canción cuando escuchó pasos acercándose. Un hombre alto con una camisa azul, con una pistola al hombro, salió de la oscuridad de los pinos. Era Hall, el vigilante de la Mina del Dragón Amarillo, cuyos cables cruzaban Sacramento un kilómetro y medio más arriba. - ¡Hola bebé! saludó. - ¿Qué haces aquí solo? "Cuidando el cable", Jerry trató de hablar casualmente, como si fuera la cosa más común. - ¡No hay papá! - ¿A dónde fue él? preguntó el hombre. - En San Francisco. Incluso anoche. Su hermano murió en el extranjero y fue a hablar con los abogados. No volverá antes de mañana por la noche. Jerry habló con orgullo, porque se le había encomendado la responsabilidad de cuidar la propiedad de Yellow Dream, vivir solo en el acantilado sobre el río y cocinar su propia cena. “Bueno, será mejor que tengas cuidado”, dijo Hall, “y no juegues con la cuerda. Voy a Lame Cow Gorge, quizás recoja un ciervo allí. "Parece que va a llover", dijo Jerry con la sensatez de un adulto. “Realmente no tengo miedo de mojarme”, se rió Hall, desapareciendo detrás de los árboles. La predicción de Jerry sobre la lluvia se cumplió con creces. A las diez en punto, los pinos se balancearon y gimieron, las ventanas de la cabaña se sacudieron y comenzó a llover, azotado por ráfagas de viento salvaje. A las doce y media el niño encendió un fuego, ya las doce en punto se sentó a cenar. No podía salir de casa hoy, decidió mientras lavaba los platos y los volvía a poner en su lugar; y se preguntó cuánto se mojaría Hall y si podría cazar un ciervo. A la una llamaron a la puerta, y cuando la abrió, un hombre y una mujer entraron tambaleándose en la habitación, empujados por una borrasca. Eran el Sr. y la Sra. Spillen, ganaderos que vivían en un valle aislado a unas doce millas del río. - ¿Dónde está Hall? preguntó Spillane; Habló brusca y rápidamente. Jerry notó que sus movimientos eran nerviosos y bruscos, y la Sra. Spillen parecía estar muy preocupada por algo. Era una mujer delgada, marchita, exhausta; la vida, llena de dolorosos e interminables trabajos, dejó su grosera huella en su rostro. Y la misma vida había encorvado los hombros de su marido, le había hecho nudos en las manos y en el pelo un gris polvoriento. "Fue a cazar con Lame Cow", dijo Jerry. - ¿Querías pasar al otro lado? La mujer comenzó a llorar en silencio, y Spillen soltó una especie de maldición y se acercó a la ventana. Jerry se unió a él y miró hacia afuera, donde no se veían cables bajo el aguacero frecuente. Los habitantes de los bosques de esta parte del país solían ser transportados a través de Sacramento en el cable del Dragón Amarillo. Se les cobró una tarifa modesta por este servicio, y Yellow Dragon Company usó este dinero para pagar el salario de Hall. "Tenemos que pasar al otro lado, Jerry", dijo Spillen, señalando por encima del hombro a su esposa. “Su padre estaba en problemas en Clover Leaf. Explosión de pólvora. Difícilmente sobrevivir. Nos acabamos de enterar. Jerry sintió un temblor interior. Sabía que los Spillen querían cruzar el cable del Sueño Amarillo, y en ausencia de su padre no se atrevió a asumir tal responsabilidad, el cable nunca se utilizó para transportar pasajeros, pero de hecho, él por mucho tiempo estaba completamente sin usar. “Tal vez Hall regrese pronto”, dijo. Spillane negó con la cabeza y preguntó: "¿Dónde está tu padre?" "San Francisco", respondió Jerry secamente. Spillane gimió y, apretando el puño, se lo golpeó salvajemente en la palma de la otra mano. Su esposa comenzó a llorar más fuerte y Jerry la escuchó susurrar: "¡Y papá se está muriendo, muriendo!". Las lágrimas también nublaron sus ojos, y se quedó indeciso, sin saber qué hacer. Pero Spillen decidió por él. “Escucha, pequeña”, dijo con firmeza, “mi esposa y yo cruzaremos este cable tuyo. ¿Lo liberarás para nosotros? Jerry retrocedió ligeramente. Lo hizo inconscientemente, retrocediendo instintivamente ante algo indeseable. "¿Será mejor ver si Hall está de vuelta?" el sugirió. ¿Y si no volvía? De nuevo, Jerry vaciló. “Me arriesgo”, agregó Spillane. “¿No entiendes, pequeña, que tenemos que cruzar a toda costa? Jerry asintió con la cabeza de mala gana. "Y no tiene sentido esperar a Hall", continuó Spillen. Sabes tan bien como yo que ahora no puede volver. ¡Bueno, vamos! "No es de extrañar que la Sra. Spillen estuviera bastante asustada cuando la ayudaron a subir al carro del mineral", o eso pensó Jerry, mirando hacia el abismo aparentemente sin fondo. La lluvia y la niebla, arremolinándose bajo los furiosos soplos del viento, ocultaban la orilla opuesta, que estaba a setecientos pies de distancia; el acantilado a sus pies se desplomaba, perdido en la oscuridad arremolinada. Parecía que el fondo no tenía doscientos pies, sino una buena milla. -- ¿Listo? -- preguntó. - ¡Déjala ir! gritó Spillane, tratando de ahogar el rugido del viento. Se subió al carrito junto a su esposa y tomó su mano entre las suyas. Jerry miró esto con desaprobación. "¡Necesitarás tus manos para sostenerte, el viento sopla!" El hombre y la mujer soltaron las manos y se agarraron con fuerza al borde del carrito, mientras Jerry soltaba lenta y cuidadosamente el freno. La puerta comenzó a girar, el cable sin fin comenzó a moverse y el carro se deslizó lentamente hacia el abismo; sus ruedas corrían a lo largo de un cable fijo, al que estaba suspendida. No era la primera vez que Jerry se ataba, pero sí la primera vez que tenía que hacerlo en ausencia de su padre. Usando el freno, regulaba la velocidad del carro, y era necesario regular, porque a veces, bajo golpes fuertes viento, se balanceaba salvajemente de un lado a otro, y una vez, antes de que una sólida pared de lluvia la ocultara, casi pareció tirar su carga. Después de eso, Jerry pudo determinar el avance del carro solo por el cable, y lo observó cuidadosamente mientras el cable se deslizaba alrededor de la puerta. “Trescientos pies,” susurró, mirando las marcas en el cable, “trescientos cincuenta, cuatrocientos, cuatrocientos…” El cable se detuvo. Jerry soltó el freno, pero el cable no se movió. Jerry lo agarró con ambas manos y tiró con todas sus fuerzas. Algo ha ido mal. ¿Pero que? No podía adivinar, no podía ver. Al levantar la cabeza, vio los vagos contornos de un carrito vacío que se movía desde la orilla opuesta a una velocidad igual a la de un carrito cargado. Unos doscientos cincuenta pies lo separaban de la orilla. De esto dedujo que en algún lugar, en una neblina gris, a doscientos pies sobre el río ya doscientos cincuenta pies de la orilla opuesta, Spillen y su esposa estaban colgados en un carrito inmóvil. Jerry gritó tres veces a todo pulmón, pero la tormenta no obtuvo respuesta. No podía oírlos, y ellos tampoco podían oírlo. Mientras se detenía por un momento y pensaba, las nubes voladoras parecieron elevarse y disiparse. Vislumbró las aguas hinchadas de Sacramento debajo, y arriba, un carrito con un hombre y una mujer. Entonces las nubes colgaron aún más espesas que antes. El niño examinó cuidadosamente el collar y no encontró ningún daño. Obviamente, la puerta del otro lado se ha deteriorado. Le horrorizaba la idea de un hombre y una mujer colgando sobre un precipicio en medio de la tormenta, meciéndose de un lado a otro en un frágil carrito y sin saber qué estaba pasando en la orilla. Y no quería pensar en ellos colgados allí mientras cruzaba el cable del Dragón Amarillo hacia la otra puerta. Pero luego recordó que había bloques y cuerdas en el taller, y corrió tras ellos. Ató la cuerda a un cable sin fin y se colgó de él. Tiró hasta que sus brazos parecieron salirse de sus articulaciones y los músculos de sus hombros se desgarraron. Pero el cable no se movió. No había nada que hacer más que cruzar al otro lado. Ya había logrado mojarse y, sin prestar atención a la lluvia, corrió hacia el "Dragón Amarillo". La tormenta corría con él y lo apremiaba. Pero no había Hall en la puerta para controlar el freno y regular la velocidad del carro. Lo hizo él mismo, pasando una cuerda fuerte alrededor del cable fijo. A mitad de camino, una fuerte ráfaga de viento lo alcanzó, balanceando el cable, silbando y rugiendo a su alrededor, empujando e inclinando el carro, y se dio cuenta con mayor claridad del estado de Spillen y su esposa. Y esta conciencia le dio fuerza cuando, habiendo cruzado a salvo al otro lado, se abrió camino contra la tormenta, hasta el cable del Sueño Amarillo. Con horror, estaba convencido de que la puerta funcionaba perfectamente. Todo estaba bien en ambos lados. ¿Dónde está la pista? Seguro que en el medio. El carro de Spillens estaba a doscientos cincuenta pies de esta orilla. A través de las bocanadas de vapor pudo ver a un hombre y una mujer acurrucados en el fondo del carrito, entregados a la furia del viento y la lluvia. En un momento de calma entre dos ráfagas de viento, llamó a Spillane para que inspeccionara las ruedas del carro. Spillane lo oyó; con cuidado se puso de rodillas y palpó ambas ruedas con las manos. Luego se volvió hacia la orilla: "¡Todo está bien aquí, bebé!" Jerry escuchó estas palabras; sonaban débiles, como traídas de lejos. Pero entonces, ¿cuál es el punto? Solo quedaba otro carro vacío; no podía verlo, pero sabía que colgaba en algún lugar sobre el precipicio, sesenta metros más allá del carrito de Spillen. Su decisión fue tomada en un segundo. Era delgado y nervudo, y solo tenía catorce años. Pero toda su vida transcurrió en las montañas, y su padre le enseñó los inicios del "negocio del mar", y no tenía especial miedo a las alturas. En una caja de herramientas cerca de la puerta encontró una vieja llave inglesa, una varilla corta de hierro y un anillo de hilo de manila nuevo. En vano buscó un tablero con el que se pudiera construir algo así como un "asiento de contramaestre". Solo había tablas grandes a la mano, pero no tuvo la oportunidad de serrarlas, y tuvo que prescindir de una silla de montar, al menos algo cómoda. La silla que arregló para sí mismo fue la más simple. De la cuerda, hizo un lazo que descendía de una cuerda fija, a la que se suspendió un carro vacío. Cuando se sentó en el bucle, sus manos apenas alcanzaban el cable, y donde la cuerda rozaba contra el cable, puso su chaqueta en lugar de una bolsa vieja que podría usar si pudiera encontrarla. Habiendo completado rápidamente estos preparativos, se inclinó sobre el abismo, sentado en una silla de cuerda y tocando el cable con las manos. Llevó consigo una llave inglesa, una barra corta de hierro y los pocos pies restantes de cuerda. El cable estaba ligeramente inclinado hacia arriba y tenía que seguir subiendo a medida que avanzaba, pero a Jerry le resultó más fácil soportarlo que el viento. Mientras las violentas ráfagas de viento lo sacudían de un lado a otro y, en ocasiones, casi lo volcaban, miró hacia el abismo gris y sintió que el miedo se apoderaba de él. El cable era viejo. ¿Qué pasa si no puede soportar su peso y la presión del viento? Sintió miedo, verdadero miedo, sintió que le dolía el estómago, le temblaban las rodillas, y no podía dejar de temblar. Pero valientemente cumplió con su deber. El cable estaba viejo, deshilachado, con extremos afilados de alambre que sobresalían de él, y cuando Jerry hizo la primera parada y comenzó a llamar a Spillen, sus manos estaban cortadas y sangraban. El carro estaba justo debajo de él, a unos pocos pies de distancia, y pudo explicar el estado de las cosas y el propósito de su viaje. - ¡Desearía poder ayudarte! Spillane lo llamó mientras volvía a ponerse en marcha. “Pero la esposa está completamente despegada. Y tú, cariño, ¡cuidado! Yo mismo me involucré en este asunto, y tienes que rescatarme. - ¡Oh, puedo hacerlo! Jerry gritó de vuelta. Dígale a la señora Spillen que estará en la playa en un momento. Bajo la lluvia azotadora que lo cegaba, se balanceaba de un lado a otro como un péndulo que se mueve rápidamente. Sus brazos desgarrados le dolían mucho, y casi se ahoga por sus ejercicios y por la fuerza del viento que lo golpeó justo en la cara cuando por fin se encontró en el carro vacío. A primera vista, se convenció de que el peligroso viaje no había sido en vano. La rueda delantera, suelta por el uso prolongado, se había desprendido del cable y ahora el cable estaba apretado entre la rueda y la polea del bloque. Una cosa estaba clara: la rueda debería quitarse del bloque; no parecía menos claro que mientras retiraba la rueda, el carro debía estar sujeto al cable con una cuerda que él había capturado. Después de un cuarto de hora, solo logró fortalecer el carro. El pasador que conectaba la rueda al eje estaba oxidado y doblado. Empezó a golpearlo con una mano y con la otra se agarró con fuerza al cable, pero el viento aún lo mecía y lo empujaba, y los golpes rara vez daban en el blanco. Se necesitaron nueve décimas partes de tu fuerza para aguantar. Tenía miedo de dejar caer la llave inglesa y se la ató fuertemente a la muñeca con un pañuelo. Media hora después, Jerry golpeó el alfiler, pero no pudo sacarlo. Decenas de veces estuvo dispuesto a renunciar a todo desesperado, y le parecía que el peligro al que estaba expuesto y todos sus esfuerzos no habían conducido a nada. Pero entonces se le ocurrió una nueva idea y empezó a hurgar en sus bolsillos con prisa febril hasta que encontró lo que buscaba, un clavo de diez peniques. Si no fuera por este clavo, que de alguna manera terminó en su bolsillo, tendría que repetir su viaje de regreso a lo largo del cable. Metió un clavo en el agujero del alfiler; ahora tenía algo a lo que agarrarse, y en un segundo retiraron el cheque. Luego deslizó una barra de hierro debajo del cable y, actuando como palanca, soltó la rueda, intercalada entre el cable y el bloque. Después de eso, Jerry volvió a poner la rueda en su lugar original y con la ayuda de una cuerda levantó el carro hasta que la rueda volvió a estar en su lugar, sobre el cable. Todo esto tomó tiempo. Había pasado más de una hora y media desde que había llegado al carro vacío. Y solo ahora podía descender de su silla de montar al carrito. Quitó la cuerda que lo sujetaba y las ruedas comenzaron a girar lentamente. El carro comenzó a moverse, y supo que en algún lugar allá abajo, el carro Spillen, invisible para ellos, se movía exactamente de la misma manera, pero en la dirección opuesta. No hizo falta el freno, ya que su peso equilibraba el peso del otro carro: pronto vio un acantilado que se elevaba desde las profundidades nubladas, y la vieja y conocida puerta giratoria. Jerry salió y reforzó el carro. Lo hizo con diligencia y cuidado, y luego no actuó en absoluto heroicamente; se dejó caer al suelo cerca de la puerta, ignorando los azotes de la lluvia, y se echó a llorar. Sus lágrimas fueron causadas por muchas cosas: en parte por el dolor insoportable en sus manos, en parte por la fatiga, en parte por una reacción después de la tensión nerviosa que lo había sostenido durante tanto tiempo; pero en gran medida fueron gratitud de que el hombre y la mujer se hubieran salvado. No estaban aquí para darle las gracias; pero sabía que en algún lugar, al otro lado del rugiente arroyo, corrían por los senderos hacia Clover Leaf. Jerry se tambaleó hacia la cabaña; cuando abrió la puerta, su mano manchó de sangre la manija blanca de la puerta, pero no le prestó atención. Estaba demasiado orgulloso y complacido consigo mismo, porque sabía que lo había hecho bien y era lo suficientemente sencillo como para apreciar su acción. Pero todo el tiempo solo se arrepintió de una cosa: ¡si su padre pudiera ver! ..